En septiembre comienza uno de los espectáculos más maravillosos que podemos contemplar en el PN. Valle de Alcudia y Sierra Madrona: la Berrea
¿En qué consiste la actividad?
Os proponemos una actividad donde conocer, ver y escuchar este espectáculo que marca el final del verano en el Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona: La berrea del Ciervo.
La actividad se realiza en horario de 17h a 21h, Durante 4 horas y de la mano profesional de los guías de Madronactiva, daremos una breve charla introductoria sobre el mundo del ciervo y nos moveremos en nuestros vehículos autorizados por una zona de acceso restringido a vivir el espectáculo de la Berrea.
Además disfrutaremos de un aperitivo de productos locales.
Precio por persona: 25 €
INCLUYE: Guías de Madronactiva, aperitivo con productos locales, seguros de RC y Accidentes.
Para apuntarte y/o recibir mas información llámanos al 649 72 65 92
Para saber más:
Al inicio del otoño, los ciervos comienzan a emitir unos roncos berridos a modo de reclamo sexual. Los machos berrean hasta quedarse roncos. Se olvidan de comer y están tan concentrados en su labor que llegan a perder bastante peso.
Los ejemplares macho avisan a posibles competidores de dónde está su territorio y, por la potencia de su voz, les hacen notar su tamaño y determinación.
Sólo los machos más fuertes ganarán el derecho, en esta competición genética, para quedarse con las hembras. De esa manera la Madre Naturaleza, tan sabia, se asegura de que los ejemplares mejor dotados para la supervivencia son los que cubren a las hembras, realizando de esta forma una selección de los mejores genes para perpetuar la especie. Los ejemplares enfermos, viejos o débiles quedan descartados de esta competición tremenda que puede causarles en ocasiones la muerte, aunque no es lo habitual.
¿Por qué ocurre la Berrea en esta época?
La posibilidad de que las condiciones ambientales sean adecuadas para criar con éxito marca el momento del año en que las hembras inician su reproducción. La época de mayor disponibilidad de alimento es la primavera avanzada, por lo que las ciervas ajustarán su fenología reproductiva para que el final de la gestación y principio de la lactancia tengan lugar en ese momento. Los partos suelen producirse hacia el mes de mayo. La gestación dura unos 235-240 días, de modo que la época de celo debe tener lugar aproximadamente en la segunda mitad de septiembre.
Las ciervas pueden parir desde los dos años hasta los dieciséis o diecisiete, aunque su plenitud es entre los seis y los catorce, aproximadamente. Lo habitual es que nazcan unos cervatillos sanos que se levantan nada más nacer y empiezan a andar tras la madre en pocas horas. Durante sus primeros meses de vida no se separan de su madre y van siguiéndola a donde vaya, por eso es tan habitual ver a la cierva con su cría del año.
Los machos ya tienen su primer cuerno pasado el año: una vara larga, sin puntas (de ahí que se les llame varetos). En la segunda mitad de febrero los cuernos se caen. A esto se le llama desmogar. Primero los más grandes y un poco más tarde los más jóvenes. Pronto empiezan a crecerle unos muñones recubiertos de piel y pelo donde antes tenían los cuernos, que irán agrandándose poco a poco, hasta convertirse en unos nuevos, con alguna punta más que los desmogados, pero con idéntica forma.
En esta época es importante que estén suficientemente alimentados para desarrollar bien las cuernas. En el verano la sangre deja de llegar a los cuernos, que se secan, desprendiéndose la piel que los recubre –las correas- y dejándolos tal y como los conocemos. El color de la cuerna del ciervo es blanco, pero para desprenderse de la correa se restriegan contra la vegetación (es frecuente ver las jaras y los pinos a los que les falta gran parte de su corteza por este motivo) y va tomando ese “color monte” tan característico.
A principios de septiembre, cuando los ciervos ya han estrenado su cornamenta, aún más bella que el año anterior, salen las ciervas en celo. La respuesta de los machos no se hace de rogar y se apresuran a reunir a su alrededor al mayor número posible de hembras. Los más grandes eligen su territorio y su manada, momento que aprovechamos nosotros para ponerles nombre, normalmente le ponemos nombre con el grupo que sale con nosotros a ver la berrea, destacando alguna cualidad del ciervo (Tozudo, Valiente, Vayviene…) o nombres que nos caen en gracia (Pepito, Bartolo, Benito Ciervito…). Los machos territoriales defienden su harén exhibiendo su poderoso berrido- con el cuello hinchado, en un alarde de fuerza- y corneando sin dudar a cualquiera que se atreva a desafiarle, pudiendo llegar incluso a matarse entre ellos. El que huye tendrá que buscar otras hembras y otros lares para reproducirse. El desgaste que sufren durante la época de apareamiento es grande, comen poco y trabajan mucho, de ahí que sea frecuente verlos echados bajo una encina. Y a los más jóvenes sólo les queda mantenerse al acecho aprovechando que los machos más poderosos están enfrentándose para repartir rápidamente su joven y alocado amor con cuantas hembras pueda.