El 11 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Montañas, un ecosistema frágil que hay que proteger y que tiene cabida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.
En este año el lema es «Las montañas son importantes para los jóvenes» y un año más desde Madronactiva nos propusimos subir a nuestra maravillosa Bañuela que con sus 1323 m. de altitud está considerada el «Techo de Sierra Morena». Este año, al igual que el anterior, propusimos esta actividad para el programa «Vive tu espacio» de la Red de Áreas Naturales protegidas de Castilla- La Mancha, con el que venimos realizando diferentes actividades para dar a conocer nuestro Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona.
La actividad comenzaba desde Peña Escrita, y al ir llegando los participantes nos íbamos dando cuenta de que cada día la naturaleza te hace encontrarte con personas conocidas y que repiten en nuestras actividades, lo cual siempre es de agradecer, así que desde aquí os damos las gracias a todos y ¡gracias también por vuestros estupendos comentarios en las redes sociales!.
El camino empieza siendo una pista de tierra, pero al llegar al Collado del Escorialejo comienza una de las sendas más bonitas de Sierra Madrona, por la que pasaremos por debajo del Peñón del Escorialejo, en cuya cara sur se encuentran las pinturas rupestres del mismo nombre y en la cima hay restos de un poblado calcolítico. En toda esta zona podremos observar fácilmente a los buitres que se encuentran en la Buitrera de Peña Escrita y desde el parque natural nos lo advierten con un cartel de «silencio», aunque nuestro grupo ya iba en silencio casi desde la entrada a la ruta, impresionados por las espectaculares vistas que nos ofrecía el otoño en el Barranco.
La ruta nos asombra con rincones de leyendas de bandoleros y maquis, con espectaculares enebros y asombrosas plantas carnívoras, las cuarcitas se dejan leer y nos cuentan historias de tiempos pasados en los que el paisaje aún sólo un embrión de lo que sería, encontrándonos sumergidos bajo un mar en el que recibir aportes sedimentarios, siendo éstos, el hábitat de seres que cruzaron sus rastros una y otra vez dejando marcadas las rocas con sus huellas hoy fosilizadas.
Los buitres nos sobrevuelan mientras comemos, estamos cerca del pinar autóctono y hemos decidido hacer una breve parada para el almuerzo. El olor fresco de la tierra mojada por las lluvias de los últimos días se mezclan con un olor almizclado que ha dejado algún ciervo al pasar. Antonio nos recuerda que yendo en silencio podremos escuchar los topetazos de los machos de cabra montés, que en estos momentos están en celo. Hablamos sobre la vegetación de la umbría del bosque mediterráneo y proseguimos adelante.
Al coronar se pasa por el collado de la lastra del pinar de Navamanzano, un pinar autóctono de altísimo valor botánico, para ascender por la solana hasta dar vistas al cerro de la Bañuela. Aún nos queda una buena subida, que ya casi hacemos del tirón, porque aunque la sensación es de que está aún muy lejos, sólo volviendo la vista atrás te das cuenta de que en verdad ya estamos muy cerca, y en seguida vemos los carteles indicadores y la fina arena que nos indica donde está la «baña» de donde saca el nombre la Bañuela.
Aunque el vértice geodésico se encuentra aquí y es dónde nos hacemos las fotos, la mayor altitud la alcanza el cerro próximo conocido con el nombre de «la Mójina».
El día está brumoso, en días limpios y despejados desde aquí se puede divisar hasta Sierra Nevada, pero hoy no es el caso.
Desde aquí comenzamos el descenso, debemos pasar hasta el collado de Hornilleros, punto en el que conectamos con la ruta que nos lleva por las escorias y el Valle de la Cerecea o por la que nos adentra en el Barranco de Peña Escrita. Nos adentramos por éste último, pasando por una pequeña lagunita artificial que nos anuncia que el arroyo de peña escrita lleva agua, lo cual es un gusto.
Comemos con vistas al barranco de Peña Escrita cuando sólo nos faltan ya unos pocos km para llegar de nuevo al aparcamiento de Peña Escrita, se trata de un restaurante de un millón de estrellas, o un millón de tenedores… está claro que cualquier comida sabe mejor en un lugar tan extraordinario como este. Después de comer la bajada por el barranco da paso a la tertulia en pequeños grupos, hablamos sobre la formación de las pedrizas, el tiempo geológico y la capacidad del ser humano para conservar o destruir lo que tanto le cuesta a la madre naturaleza crear. Llegamos al último cruce del arroyo de Peña Escrita y al poco tiempo la senda se convierte en camino, la charla nos lleva a hablar de la pena que da dejar el camino, que nos acerca cada vez más al final de la ruta y de esta jornada tan extraordinaria. Acabamos despidiéndonos y recordando las próximas rutas que tenemos desde Madronactiva para disfrutar del Valle de Alcudia y Sierra Madrona y otros enclaves naturales. Si quieres saber más pincha sobre este enlace y apúntate: